miércoles, 28 de febrero de 2018

DOS MIL SESENTA






¿Para qué me preguntas, si vas a hacer lo que te dé la gana?

Me interesa saber tu opinión.

¿Por qué quieres saber mi opinión?

Porque todavía no estoy decidida y tal vez tu, que tienes más experiencia que yo, me puedas dar una buena idea.

Pues no te voy a dar mi opinión porque como dirías tu, estamos en ondas diferentes.

Bueno, pues no pasa nada, ya me arreglaré solita.



Este era el tipo de conversación que mantenía con mi madre cada vez que le pedía su criterio.
No le gustaba que, después de decirme lo que pensaba, hiciera algo diferente.
De la misma manera, que le disgustaba que no hiciera las cosas a su manera.
Ella pensaba que las cosas solo son de una manera y yo consideraba que hay miles de maneras de vivir la vida.

A ella le molestó que me separase de mi marido.
De vez en cuando soltaba frasecitas como esta:

Tu ahora te has quitado a tu marido del medio y te puedes dedicar a vivir la vida, mientras que yo llevo casi cincuenta años aguantando a tu padre.

Por un lado era verdad, porque mi padre no era el mejor marido del mundo, pero a mi no me gustaba que le criticara, porque conmigo era encantador y yo le adoraba.
Mi padre era simplemente un marido a la antigua y le gustaba que su esposa fuera sumisa.

En esos casos yo me callaba porque comprendo que podía darle cierta envidia.

Otro vez me dijo:

Lo único que has hecho desde que te separaste, es cambiar de problemas.

Me callé y pensé:

Prefiero los problemitas que tengo ahora.
Yo creo que le daba rabia que estuviera tan contenta haciendo lo que me daba la gana.

Ya sé, tu lo que quieres es vivir la vida.

¡Anda no! pensé yo, ¿para qué creerá que he venido a este mundo?.

Eso era la pura verdad.
Yo metí la pata cuando me casé porque no sabía en qué consistía el matrimonio.
Me gusta sentirme libre y de eso me di cuanta estando ya casada, por lo que cuando me separé de Carlos, tuve muy claro que jamás repetiría y estoy encantada de haber tomado esa decisión.

Tampoco me arrepiento de haberme casado con él, porque estaba muy enamorada.
Para cuando me separé, ya se me había pasado el enamoramiento, por lo que mi separación fue un motivo de gran alegría.
En el fondo, creo que consideraba a los hombre como un capricho.

Hoy en día, ni siquiera eso.






No hay comentarios:

Publicar un comentario