sábado, 10 de febrero de 2018

DOS MIL CUARENTA Y DOS










Hoy se casa la última sobrina que quedaba soltera.
Hay alguna otra pero está separada o ha elegido no casarse.
Yo no voy a bodas por principio, por lo mismo que no voy a funerales ni a nada que perturbe mi tranquila existencia.

He llevado a mis hijos al Marítimo.
La conversación que hemos mantenido en el pequeño trayecto no ha sido inocente, más no debo quejarme porque, como de costumbre, he sido yo la que la ha empezado.

Estaban los dos tan guapos y elegantes, que he recordado lo que me dijo hace mucho tiempo mi hermano Gabriel, un día que me invitó a comer en un sitio de la Gran Vía de Bilbao, para hablar de mis hijos cuando ya estaba separada.
La verdad es que se ocupaba de mi y no tengo nada contra él, excepto agradecimiento.

Entre una cosa y otra, dejó caer lo siguiente:

 Que tus hijos hayan salido tan bien, es un milagro.

Me quedé de piedra.
Una cosa es que yo tuviera mis problemas y otra es que nunca descuidé a mis hijos, a pesar de que me costaba mucho estar pendiente de ellos y de la casa.
Me dieron ganas de decirle que también los suyos, pero me callé.

Jaime no lo sabía y se ha sorprendido, no obstante Beatriz ha dicho tranquilamente que mucha gente piensa lo mismo, se lo dicen a ella porque han oido que lo comentaban es sus casas.

He pensado que no era una conversación conveniente y para entonces ya estábamos en la puerta del Marítimo y venían algunos sobrinos a saludarme.
La hija mayor de mi hermana que es un poco mayor que mi hija, con un abrigo de piel.
Creía que estaba prohibido matar animales para hacer abrigos.
Cuando yo era jipi, en Londres echaban spray a la gente que llevaba pieles.

¿De qué puedo hablar con personas que se visten con pieles y no saben lo que es el feminismo?




Me he aburrido tanto a lo largo de mi vida anterior, cuando hacía todo lo que se suponía que tenía que hacer, que llegó un momento en que di un puñetazo simbólico en la mesa y dije:

¡Hasta aquí hemos llegado!

Mi madre dejó de llamarme por teléfono para decirme quien se había muerto, con el propósito de que fuera al funeral, casi todos se acostumbraron a que yo no voy a ese tipo de actos.

 Beatriz y Jaime estaban muy elegantes.
 A pesar de la lluvia prefieren no llevar coche para no tener que estar pendientes de beber demasiado.

Mientras tanto yo he vuelto a casa, he comido, he mirado la cartelera y he echado una siesta muy agradable.
Me encantan los fines de semana, suelo aprovechar para ir al cine, aunque después de haber visto “El hilo invisible” no creo que sea posible encontrar otra película a la altura.

Quiero mucho a todos mis sobrinos y me siento querida por ellos.
Yo también quería a mis tías y me sentía querida por ellas.
Ya no me queda ninguna.
Ahora yo me he convertido en la última generación.



Si lo pensara mucho podría entrarme cierto pánico, pero prefiero vivir en el ahora y ya vendrá lo siguiente cuando le toque.








1 comentario:

  1. me ha gustado Blanca, mucho, este capítulo. Lo entiendo perfectamente.
    ¿ Te recuerdas que hace años ya te dije que debías contar tu vida sin que nadie lo hiciera por ti ? me alegro tanto de que lo hagas. Yo me aplico a lo que predico y no dejo que nadie hable a nombre mío.

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