martes, 19 de abril de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS SETENTA Y TRES

 




Ha sido tan potente el bienestar que tenía al terminar la semana santa que decidí imprescindible retomar mis buenos hábitos, entre ellos uno de los más importantes, hacerme una limpieza facial, ya que me he descuidado y tengo la cara "acartonada y sucia" en palabras de la esteticista que me ha atendido, así que he llamado a un sitio de Las Arenas que conocí hace tiempo y me han dado cita para hoy mismo a la una.

No me suele gustar hacer las cosas de una manera tan precipitada, no obstante me he dejado llevar y allí he ido bien puntual.

Me resultaba un poco incómoda la idea de la camilla y esas cosas tan antiguas, a pesar de lo cual me he dejado hacer.

He pedido que me abriguen bien, he explicado que vengo de una enfermedad y que me siento débil me han tratado bien, no lo puedo negar, sin embargo no he podido resistir la hora y media tumbada en la sombra, oyendo movimientos y aspirando el vapor que llegaba a mi rostro desde la máquina. 

Ese tipo de planes tan antiguos los aguantaba bien en India pero aquí me siento martirizada.

Me he levantado, me he disculpado, he pagado y me he marchado.

He sido muy feliz al sentirme libre.

Mucho he cambiado.

Antaño me hacía faciales a menudo y aunque resulta un poco aburrido lo sobrellevaba, sé que lo necesito.

Al llegar a casa he empezado a encontrarme mejor, he pasado un mal rato.





No hay comentarios:

Publicar un comentario