miércoles, 20 de abril de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS SETENTA Y CUATRO

 




He tenido la osadía de poner un comentario en mi timeline de Facebook sobre los horrores del Banco Santander y las críticas que ponen mis amigos han sido lo suficientemente explicativas como para extraer de mí una sonrisa, lo cual no corrige mi descontento, no obstante me siento acompañada.

Llevo tiempo hablando de este tema y siempre me conmueve compartirlo, hoy he decidido explicar mi problema.

Tengo en el Santander, por motivos de herencia, una cartera de acciones a nombre de mis hijos de la soy usufructuariao, por lo que para mí es fundamental cuando hay que elegir entre ampliación o dividendos, dar la orden de que quiero el dinero.

Pues bien, al principio se comprometieron a hacerlo ellos, a mis hijos no les divierte la idea de tratar con los bancos por lo que ya ha sucedido en varias ocasiones que han ido a las ampliaciones y me he quedado sin el dinero que me corresponde y hemos tenido que pedir ayuda para vender las acciones con los gastos correspondientes.

Hasta tal punto me ponía furiosa que le mandaba mensajes directos a Ana Botín a través de Instagram, al que sus secretarios respondían pidiéndome una conversación privada que no me apetecía, si hubiera sido pública otro gallo habría cantado.

Desesperada intenté sacar de ahí esa cartera pero las condiciones que me ponía el Santander no me las admitían en los bancos que lo intenté, ya no me acuerdo qué era lo que me pedían, creo que era algo que solo lo tiene el Santander.

Por otro lado, al principio se suponía que yo estaba en la banca privada pero hace unos meses cambiaron las condiciones, desde entonces en adelante, para pertenecer a la banca privada se necesita tener un capital de 500.000 euros que no era mi caso.

Tampoco me trataban bien en aquella época pero por lo menos me ponían un asesor.






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