lunes, 18 de abril de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS SETENTA Y DOS

 




Estoy teniendo mucha suerte con los documentales últimamente, ayer vi el de Bolaños y disfruté de lo lindo, era mucho más fácil que el de Cortázar ya que Bolaños, a pesar de ser un magnífico escritor, no tiene el bagaje intelectual artístico de Julio, es más sencillo, pura literatura. 

No hay necesidad de compararlos excepto que para entender a Cortazar es preciso una preparación de la que carezco, supongo que hay que estudiarle en profundidad.

No quiero decir que Bolaños sea fácil, es muy bueno pero a mi me cuesta leerle también.

No obstante el documental era muy sencillo él se limitaba a hablar de su trabajo y de lo que significa la literatura, además del amor que siente por la lengua hispana, me sentía identificada.

Bolaños insiste en que no existe literatura chilena y yo estoy de acuerdo, para mí existe mi lengua, el castellano y en ella me apoyo, es mi territorio y si desconozco como se dicen algunas palabras en Bolivia lo único que tengo que hacer es incorporarlas a mi lenguaje si lo prefiero, me encantan las palabras costumbristas, me encontraría ridícula si me considerara una escritora bilbaína, ya se habló demasiado de la pintura vasca, menos mal que yo tuve referenncias más allá de los márgenes porque fui amiga de José María Ucelay cuyo trabajo distaba muchísimo de lo que caracteriza al arte vasco, él se había formado en París, era muy culto, amigo de los impresionistas, ministro de cultura en la república vasca, Euskoparlante bermeano que conocía todos los secretos de Busturialdea, un hombre muy sofisticado además de magnífico pintor y encantador.

Enfín, hablando de él me entusiasmo, simplemente volviendo a Bolaños quiero insistir en que el documental merece la pena, no solo era un extraordinario escritor sino que además era humilde.





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