domingo, 31 de enero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y DOS

 




Ayer salí con la intención de sacar fotos a las nuevas mimosas, me animé y llegué hasta Las Arenas ya que viví allí durante veinte años y lo conozco mejor que Algorta o por lo menos es lo que creo, aunque en realidad casi todos mis recados los hago en Artea, Centro Comercial cuyo acceso ahora está prohibido para los que habitamos en Getxo.

Las Arenas estaba desolado, no había un alma en la calle por lo que me llamó la atención una gran cola de gente extranjera de diversas nacionalidades que no supe distinguir, pensé que serían filipinos, no estoy segura, estaban esperando su turno para enviar dinero en Western Union y pensé que tal vez su vida no estaba resultando fácil, lejos de sus familiares, he visto eso en otros lugares del mundo pero nunca tan cerca de mi casa.

Hoy he pasado un buen rato viendo un documental sobre Cuba, país que me parece muy interesante y he recordado lo bien que bailaba salsa con los cubanos de Los Ángeles cuando acompañada de mi amiga parisina Claudie, acudíamos a clubes de salsa y disfrutábamos dejándonos llevar por los hombres cubanos que son los mejores bailadores de salsa del mundo, allí me aficioné, me recordaba a una época de mi vida que yo me salté porque me casé demasiado joven, no viví la adolescencia.

Entré en un supermercado al que solía acudir cuando vivía en Las Arenas y me olvidé de la macrobiótica, compré jamón y pan blanco, mantequilla y productos que están muy lejos de lo que sé que me convienes, la pena es que de poco me sirve salirme de mis buenas costumbres porque todavía no he recuperado el sentido del gusto, es triste no poder disfrutar de la comida, algo que tanto me gustaba.




 





No hay comentarios:

Publicar un comentario