lunes, 25 de enero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS VEINTISIETE

 




Tengo tan incrustadas mis costumbres que el actual confinamiento que impide salir de Getxo, me ha convencido de que no me queda más remedio que ir a la gasolinera de Artea, cualquier cosa antes que quedarme sin ir al centro comercial donde arreglo todos mis asuntos, así que he llamado a la Ertzaintza que está muy cerca de mi casa y un ertzaina muy amable me ha recordado que hay una gasolinera en Neguri delante de la cual paso casi todos los días, la verdad es que la había olvidado por completo y pensaba que las otras pertenecían a Berango.

En vista de que se me cerraba la disculpa para ir a Artea, se lo he preguntado con claridad y me ha dicho con una voz muy tranquila, que a él también le molesta no poder hacer deporte donde acostumbra, que no nos queda más remedio que cambiar nuestros hábitos, así que he pensado que descubriré lugares nuevos, seguro que salgo ganando.

Si esta tontería me molesta a mí que soy una viejecita enferma acostumbrada a estar en casa ¿qué hará la gente joven que sale y entra, ve a sus amigos y conoce gente nueva todos los días? aparte de volverse locos, claro.

En Berlín están cerrados todos los establecimientos excepto los supermercados y las farmacias pero no están confinados, nunca han estado como nosotros estuvimos el año pasado durante los meses de marzo y abril.

En aquella época a mi no me importaba nada, Beatriz y Jaime se organizaron muy bien aunque Norma dejó de venir y yo estaba muy contenta porque había terminado la quimioterapia, nos arreglamos como pudimos.

Ahora es diferente porque yo me encuentro mucho mejor y aunque puedo salir por Getxo estoy empezando a estar cansada de la situación, no obstante sé la importancia que tiene estar tranquila en mi casa y cuidarme, solo necesito un poco más de paciencia.

Los documentales me encantan, hoy sin ir más lejos he pasado la mitad de la tarde en Kenia, parece que me paso la vida haciendo safaris, por un lado los veo en la televisión y en la radio procuro no perderme ningún programa de viajes de Roge Blasco, aprendo sin moverme de casa y sin que me piquen los mosquitos.





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