Hacía más de cinco semanas que no hacía ejercicio y hoy por primera vez me he atrevido a ir a las Arenas para la clase de Pilates.
Me dolía todo el cuerpo, haberlo tenido inmóvil durante tanto tiempo me lo ha dejado estancado y lo peor de todo son las rodillas.
Cuando me he despertado he pensado que podía quedarme en casa no obstante he decidido hacer el esfuerzo, me he arreglado, bien abrigada y con mi mascarilla FFP2 he salido con alegría, que ha ido aumentado a medida que entraba en las tiendas donde ya me conocen, he aprovechado para hacer un par de recados, he sentido una felicidad inmensa al sentir, a pesar de mis limitaciones, que ya formo parte de esa comunidad de seres humanos que pueden ocuparse de sus asuntos.
Encontrarme con Berta la profesora, me ha resultado muy agradable y me ha sorprendido que casi no hubiera nadie en el local, lo recodaba con mucha actividad, supongo que la gente va perdiendo las ganas de esforzarse, el cansancio pandémico no perdona.
Parece ser que los psicólogos tienen muchas personas nuevas que necesitan ayuda, es duro enfrentarse a esta manera de vivir tan represiva y con la espada de Damocles acechando.
Intento tomarme la vida con calma, limitarme a lo fundamental y confiar en que poco a poco me iré recuperando y volveré a sentirme bien.
Me he encontrado con mi sobrino Leopoldo, me ha gustado verle, a pesar de que tenemos un chat familiar y sé que todos estamos bien, se nota que ponemos distancia en las relaciones.
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