domingo, 10 de enero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CATORCE

 




Parece mentira que me cueste tanto todo lo relacionado con la informática, dicen que es por la edad y no lo pongo en duda, pero también hay personas a mi alrededor que empezaron sus vidas con un papel y una pluma y no obstante han sido capaces de acoplarse a las nuevas tecnologías sin que les haya costado demasiado. 

Yo empecé en Los Ángeles, tanto en las clases colectivas de la Pepperdine University de Malibu, al mismo tiempo que por las tardes tenía una clase privada con una profesora que tuvo que enseñarme todo desde el principio, también era de mi edad pero dedicaba su tiempo desde hacía muchos años a la informática y su hija estudiaba en la MIT*, consideraba que la inteligencia artificial superaba a la humana, esto sucedía hace más de veinte años.

Lo único que realmente saqué en limpio y me sigue sirviendo, es que tuve muy claro que Apple es lo mío, me va todo excepto lo difícil que me resulta la técnica, lo cual tiene difícil solución pero estoy empeñada en conseguirlo poco a poco, por lo menos lo fundamental.

Lo primero que hice al volver a Bilbao fue buscar una academia en donde me enseñaran a hacer mi propia web, me costó mucho pero lo conseguí, en aquella época tuve que aprender código, ahora todo es más fácil.

Ni siquiera sé escribir en el teclado con todos los dedos a pesar de que lo he intentado, tanto en Santa Mónica como en una academia de Algorta que ya no existe, además del ordenador con un programa que me preparó mi hijo Mattin. 

He ido a varias academias de informática en donde la media de edad de los alumnos era de veintitantos años, puse todo mi interés, mi tiempo y mi esfuerzo, aún así conseguí muy poco, con la desventaja de que una de las secuelas de la leucemia es que he perdido memoria y ahora no me acuerdo de casi nada, ni siquiera de lo imprescindible.

Oscar Ciencia, mi actual profesor a quien llamo cuando tengo problemas concretos, es un lince y no se le resiste nada, lo malo es que yo voy a paso de tortuga y él va como un águila, tengo la sensación de que le pongo nervioso pero yo no puedo hacer más esfuerzo del que hago, no doy más de mí, es una lástima porque es un tema que me encanta. 


*Instituto Tecnológico de Massachusetts 



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