martes, 12 de enero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS DIECISÉIS

 




Me pregunto cómo soy capaz de sentarme delante del ordenador sin tener pensado de antemano el tema que voy a tocar, confío demasiado en mis poderes de bruja vasca que en general me sirve de ayuda, no obstante reconozco que a veces se niega a hacer su trabajo y prefiere que sea yo la que discurra y saque de mis entrañas algo que está escondido en el lugar más recóndito de mi ser.

En realidad el problema principal reside en que prefiero no hablar de lo que de verdad me interesa, que es Prem Rawat y el conocimiento que me reveló hace casi cuarenta años, gracias al cual he podido tener una vida intensa y plena, él me sacó de las tinieblas en las que me hallaba en aquel momento de mi vida y por más que lo intentaba, no conseguía que nada me satisficiera y el motivo por el que prefiero no tocar ese tema, es porque a pesar de que lo he comentado en varias ocasiones e incluso he invitado a mucha gente a sus conferencias, pienso que es algo tan íntimo y personal que cuando alguna persona tenga interés en saber en qué consiste, es preferible que lo busque en internet y pueda saber directamente, sin intermediarios, lo que Prem Rawat explica.

Hasta tal punto es importante lo que supone en mi vida, que lo considero demasiado personal como para explayarme con personas que ni siquiera sé si quieren saber de qué se trata, por eso me suelo limitar a contar cosas de mi día a día, que aparentemente no se relacionan con algo que es tan individual.

Al opinar sobre las películas que veo, los libros que leo o mis estados de ánimo, me siento más afín a las personas que me siguen y eso hace que pueda vivir en un asunto que no es secreto, pero solo está al alcance de las personas que se interesen con el corazón.








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