miércoles, 30 de septiembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO VEINTISIETE

 





A veces tengo la suerte de encontrarme con algo que me interesa al encender la televisión en las horas de las comidas que es cuando utilizo ese recurso que me hace compañía. 

Hoy he tenido suerte, una chica joven, catedrática de Filología y Lengua Española en la universidad de Sevilla, ha escrito un libro llamado "El árbol de la lengua" en el que explica, entre otras materias, de donde viene la ortografía y por qué es importante.

No he leído el libro todavía, solo he escuchado con interés lo que Lola Pons decía y ha acaparado mi atención al instante.

Mi madre daba gran importancia a la ortografía, así como las monjas en los colegios donde estudié, por lo que yo también pertenezco a ese grupo de personas pedantes que valoran la palabra correcta tanto hablada como escrita.

Decía en perfecto castellano con un ligero acento andaluz, que una manera de aprender ortografía, tal vez la más directa, es leer, lo mismo que dice Larroque, mi actual profesor de Escritura.

Antes de asistir a las clases de Escritura y de dedicarme a escribir, leía en el idioma original por principio, si se trataba de inglés o francés, lo cual me mantenía más enfocada en esos idiomas, no obstante Íñigo me convenció de que era preciso que leyera todo en castellano teniendo en cuanta al autor de la traducción.

Al principio me costó hacerlo porque tanto el francés como el inglés son idiomas que me encantan y pensé que me perdía algo precioso al permitir que hubiera un intermediario, no obstante ya había tomado la difícil decisión de profundizar en el castellano que es mi idioma natural.






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