Cuando me preguntan por mi trabajo como pintora como si todavía estuviera en activo, algo en mí se revuelve, no quiero hablar de ese tema, pertenece al pasado y no me apetece recordarlo, a pesar de que empecé con mucho ímpetu y puse todo el entusiasmo del que fui capaz, no obstante poco a poco me decepcionó o me decepcioné yo misma; no lo sé ni me importa, aquello ya pasó.
Ahora estoy en una línea de humildad.
No he perdido la confianza en mí misma, sigo pensando que soy creativa, pero mis ambiciones están enfocadas en asuntos que me hacen más feliz, ya lo he comentado en otras ocasiones, me refiero al conocimiento de mi misma, lo cual requiere toda mi atención, no puedo descuidarme intentando descifrar el porqué de lo que sucedió.
Escribir me ayuda a poner orden en mis ideas y publicar mis diarios es una responsabilidad que me obliga a hacerlo con valentía, intentando ser veraz, lo contrario sería una pérdida de tiempo y de respeto a los que me siguen y a mí misma sobre todo.
Estar en contacto con las personas que leen mis textos, que me apoyan y me animan, tiene una importancia capital en mi vida, está relacionado con la comunicación, yo soy extrovertida, me gusta relacionarme con la gente y considero que la Escritura es un medio de expresión que va con mi carácter.
No voy a negar que me guste hablar, pero las palabras se las lleva el viento, es más superficial y está condicionado por el contexto, mientras que escribir es un ejercicio solitario que exige precisión, no divago cuando escribo, eso lo dejo para las conversaciones sin propósito.
Escribir un diario es mi placer y mi terapia, mi tarea cotidiana la cual, entre otras cosas, me ayuda a mejorar mi castellano que tanto me complace.
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