domingo, 20 de septiembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO VEINTE

 






Como todos los domingos a las tres de la tarde, he escuchado con auténtico deleite el programa "La estación azul" 

que trata de Literatura de la buena y hoy, como no podía ser de otra manera, han comentado la exposición que han

 inaugurado en Madrid sobre el autor vallisoletano Miguel Delibes.

He recordado que habiendo pasado tres meses en el hospital de Cruces con la pierna rota por cuatro sitios a causa

de un accidente de moto, llegó un momento en que me dejaban salir a dar una vuelta por el pasillo en una silla de 

ruedas y así conocí a Elvira Allende, con quien conversaba muy a gusto. 

Ella se había roto la cadera y uno de sus temas predilectos era hablar de Delibes que era su escritor favorito, 

cantaba las alanbanzas de tal manera que cuando volví a mi casa en seguida quise conocerle y la primera conexión

que tuve con él fue a través de la película basada en su libro "Los santos inocentes" que me impresionó tanto,

que hace poco tiempo se la recomendé a mi hijo Mattin que todavía no la había visto  a pesar de ser un 

gran cinéfilo.

Jesús Marchamalo, escritor asiduo en el programa de la radio que tanto me interesa ha comisariato la exposición con la ayuda de un 

buen equipo en el que se encontraban los hijos de Delibes y otras personas que conocen muy bien su obra.

Daba gusto oírle hablar en un perfecto castellano de su relación con Delibes, así como de lo fácil que le había 

resultado organizar la exposición ya que Delibes conservaba con esmero todo lo que le ayudaba en su trabajo.

Escribía siempre a mano y guardaba todos los borradores y las notas que le habían ayudado en la investigación para 

sus novelas, sobre todo la última "El Hereje" en la que se veía que había hecho un gran trabajo de búsqueda

a pesar de ser ya octogenario.

Marchamalo ha vuelto a despertar en mí el interés por Delibes y al leer en el ordenador lo que opinan de su trabajo 

otros escritores que no le alaban tanto, he comprendido que era demasiado sencillo, no tenía pretensiones barrocas

lo cual aumenta mi interés..

Tenía yo un amigo de Valladolid que hablaba muy bien el castellano, Santi Corzo, ya se sabe que allí todos hablan 

muy bien, hasta tal punto que por ejemplo, cuando decía que viajaba mucho para ir a las conferencia de Prem 

Rawat, él me enseñó que en ese caso, lo que yo hacía no era viajar sino desplazarme.

Me encanta que me enseñen esas pequeñeces que me obligan a pensar y a distinguir que existe algo mejor que lo 

bueno: la excelencia.












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