Hay en mi mesilla lectura más que suficiente para llenar todos los agujeros de mi intelecto que permanecen vacíos y tenía la casi promesa de no empezar un libro nuevo hasta completar mis deberes, no obstante ante la recomendación de dos amigos con cuyos gustos me identifico bastante, he seguido el consejo de Oscar Wilde:
La única manera de librarse de las tentaciones es caer en ellas.
Se trata del libro de Benjamin Moser sobre la Vida y obra de Susan Sontag.
Lo que definitivamente me ha convencido para dejarme llevar ha sido el pequeño detalle de saber que Susan Sontag supo desde muy joven, no solo que quería ser una escritora famosa sino que le darían el premio Nobel. En esto se equivocó, no lo consiguió.
Me ha recordado que yo también supe desde muy joven que quería ser pintora, pero mis ambiciones eran mucho menores; no puedo olvidar que estando en Madrid con mi madre comprándome zapatos en Pascuala, una afamada zapatería infantil en la que yo con mis trece años consideraba fuera de lugar para mi edad, me quedé pensativa mirando un cuadro horroroso de los que hasta yo que no entendía nada de pintura me daba cuenta y me vino a la cabeza el siguiente pensamiento:
Con tal de ser pintora me conformaría aunque fuera mala.
Así que mis comienzos y mi seguridad en mí misma poco tenían en común con Susan Sontag.
Escribió en su diario el siguiente diálogo:
¿Siempre consigues lo que te propones?
Sí, el treinta por ciento de las veces.
Entonces no siempre consigues lo que te propones.
Sí que lo consigo, el treinta por ciento es siempre.
Somos tan diferentes que inmediatamente me he interesado por su signo y es normal que ella piense así siendo Capricornio, un signo que se caracteriza por su estabilidad y persistencia para llevar a cabo sus proyectos que nunca abandonan.
Me interesa el libro, me interesa su vida y también su experiencia, ya que murió de leucemia.
Su biógrafo, Benjamín Moser, leyó más de cien volúmenes de su diario que empezó a las trece años.
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