viernes, 13 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS SETENTA Y SEIS










Me pregunto por qué, con lo que me gustaba la playa antes, ahora prefiero quedarme en casa a la sombra.
A mis amigas les pasa algo parecido.
Creo que es la edad.
Además, la idea de andar por la arena con una pierna más corta que la otra, me aterra.
En la playa de Plencia, que es a donde me corresponde ir, hay atención para las personas con discapacidad, creo que tendré que hacer un esfuerzo y acercarme para pedir ayuda, es una buena idea.

Por lo demás me encuentro bien.
El aceite de cáñamo me sienta estupendamente y si no fuera por una especie de cansancio que arrastro, mi vida sería una delicia.


Ya no tengo avispas, mi coche está abajo esperándome y la alegría de que vengan Mattin y Odita llena mi corazón de entusiasmo.














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