martes, 17 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS OCHENTA







Ayer por fin llegaron Mattin y Odita.
Lo celebramos a lo grande, una cena en la intimidad familiar con todos los vicios que nos gustan a todos.
Además de los aperitivos habituales, jamón, lomo, langostinos con mayonesa y tal vez algo más que no recuerdo, una magnífico bonito con tomate, recién pescado que me había regalado Ana Artola.
Ese es el plato favorito de Odita, lo cual es mucho decir porque la verdad es que es una niña que, como su padre cuando era pequeño, podría vivir del aire.
También le gustan los bollos de mantequilla de Zuricalday.
Para beber había Coca-Colas sin azúcar ni cafeína y vino tinto de crianza de la bodega Soroa.

Llevo tanto tiempo sin beber que me tuve que retirar después del postre, un delicioso Goshua de la marca Santi que estaba exquisito.


Hoy empieza la vida de vacaciones en la que todos estamos pendientes de Odita y yo también de su padre, con quien hoy comeré.

Tenemos reservada una mesa en la taberna de Mikel Bengoa, en Meñaka.












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