sábado, 28 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS NOVENTA Y UNO







He llegado a tal punto de cansancio que he reservado una habitación en la casa de reposo de Eneko Landaburu, en la zona de Sigüenza, Navarra.
Allí pasaré una semanita comiendo fruta y vegetales y descansando.
Desintoxicaré mi cuerpo y espero volver como nueva y si no me encuentro bien del todo, me quedo más tiempo.

Me ha costado tomar la decisión porque en casa estoy muy a gusto y me cuesta salir, pero no me ha quedado más remedio porque no tengo fuerza ni para ir a la playa y quiero aprovechar lo que queda del verano para sumergirme en el Cantábrico y respirar el olor del salitre, que me gusta más que el mejor perfuma francés.
Hablando de olores naturales, también me encanta el de la caca de vaca.
Además dicen que es bueno para limpiar los pulmones.

Hoy me voy a comer a Bilbao con mi amiga Rosita y les dejo a todos.
Iré en metro y luego nos vamos a comer al chino de Elcano que es el mejor del mundo.

Todo va viento en popa.
La niña se comporta normal y yo también.


¡Cuantas tonterías he hecho y dicho jugando a ser abuela!







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