domingo, 29 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS NOVENTA Y DOS







Comprendo que tener la posibilidad de comer en Las Arenas, en una casa donde todo es armonía con la naturaleza y el paso del tiempo, es un honor con el que poca gente puede contar.
Me considero privilegiada, porque yo tengo varias oportunidades al año de comer en casa de mi hermano Gabriel y su esposa Totola, que es gallega y sabe vivir de un modo que solo los gallegos conocen.
Todo en esa casa es natural, la mesa en el jardín entre árboles y flores que Totola mima con amor y sabiduría.
Solo el sonido de las hojas de los árboles movidas por la brisa, acompañan las pequeñas conversaciones que mantenemos mientras comemos los mejores productos del vergel de Totola, añadidos a los que traen de Figueroa, la paciencia y el conocimiento ancestral innato en ella, para cocinar de tal manera que estar en esa mesa me recuerda a cuando vivía en el cielo antes de nacer.
Ha sido todo encantador.
Mi hermano Gabriel sabe de vinos y hemos bebido un Gran Reserva Viña Albina del 2006.

Tenía un dolor fuerte en la planta del pie y le he recomendado la pomada que me quita el dolor de piernas, Cannabidol, sin darle explicaciones.
Ha apuntado el nombre en su móvil.












No hay comentarios:

Publicar un comentario