viernes, 27 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS NOVENTA







Creo que la distancia que he tomado en relación a mi nieta, está dando resultados.
Me voy dando cuenta de que soy pesada con todos.
Me comporto como una madre antigua que va detrás de sus hijos intentado solucionarles la vida.
Les pregunto qué tal han dormido, si han desayunado y cosas por el estilo.
Me aburro a mí misma.
He metido un pollo en el horno, ya casi ni me acuerdo cómo se asa.
Le he metido un limón y una cabeza de ajo y la pena es que no tengo vino blanco que recuerdo que le iba muy bien.

Cuando estamos Beatriz, Jaime y yo, cada uno se ocupa de sus asuntos culinarios.
A mi no me gusta cocinar, excepto ahora que durante los días que están los alemanes en casa, disfruto comiendo todos juntos, para lo cual me ocupo de la comida y me agoto.

Voy a ir a la casa de reposo que ha organizado Eneko Landaburu en Navarra, necesito descansar y desintoxicarme de todas las medicinas que he estado tomando desde que me trata el doctor Álvarez de Mon.








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