miércoles, 25 de julio de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS OCHENTA Y OCHO







Algunas personas que siguen mi diario, me hacen sugerencias para arreglar la relación tan difícil que tengo con mi única nieta.
Pues bien, de repente sentí que algo que me aconsejaron podía ser una buena idea y he empezado a ponerlo en práctica.
Se trata de lo siguiente:

Dando por hecho que la niña sabe que la quiero muchísimo, está más que demostrado, desde ayer cambié mi actitud.
En vez de perseguirla e intentar hablar con ella y darle todo lo que le pueda apetecer, ahora me dedico a mis asuntos y ella está notando que no le hago caso y ha empezado a venir.
Me ha tocado los hombros y me ha enseñado una especie de pulsera que ha hecho con un juego que pedimos juntas a Amazon los primeros días, cuando llegó y todavía no estaba su madre.

Ayer yo salí a cenar con Pizca, sabía que todos mis hijos iban a cenar con la familia Artiach y cuando llegué a casa, ellos acababan de llegar y Odita me preguntó:

¿Donde has estado?

Como si tuviera derecho a saber todo sobre mi.
Contesté y desapareció.
Ella ya estaba con su pijama pero al volver al salón, tenía puesto un vestido negro precioso que le habían regalado.
No me dijo nada pero yo hice un comentario.
Ella sabe que siempre me fijo en su manera de vestir y de peinarse, es muy presumida y yo también.

Creo que voy por buen camino.







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