miércoles, 3 de abril de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y OCHO









Una cosa es que me gusten las series porque me entretienen y otra muy diferente que sean para mi la manera de aprender historia, asignatura a la que nunca presté demasiada atención.
Ha sido una novedad que me ha sorprendido mientras veía, creyendo que para distraerme “The Crown” basada en la exitosa obra de teatro de Peter Morgan “The Audience” que narra la historia de la reina Isabel de Inglaterra, al mismo tiempo que su relación con Winston Churchill, así como con Downing St. su madre, su marido y su hermana Margarita.
Estoy terminando la segunda temporada y me asombra lo que aprendo.
Desconocía la relación de Eduardo VIII con Hitler y más asuntos de los que me voy enterando a medida que veo los capítulos.
La serie es magnífica, no me extraña que Carlos Boyero esté fascinado y le parezca un trabajo primoroso.
Recordaba vagamente los escándalos de Margaret y su boda con el fotógrafo Amstrong Jones, primera boda de un miembro de la realeza con un plebeyo.


También empecé a ver Troski pero no consiguió atraparme, mientras que “The Crown” me tiene pegada a mi ordenador todos los días, sin echar de menos las películas que estrenan.









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