miércoles, 1 de diciembre de 2021

CUATRO MIL CUATROCIENTOS CINCUENTA Y CINCO

 





Todos los días escribo un diario, en general breve, en el que cuento lo que me sucede, me emociona y a veces también lo que me perturba.

Lo publico en un blog que se llama solomistextos.blogspot.com y tengo seguidores que me animan a seguir adelante y hacen que me sienta bien sabiendo que me comunico, no solo me expreso sino que sé que hay personas que me dan sus opiniones y se alegran conmigo.

Todo iba bien hasta que mis hijos empezaron a decirme que no les gustaba que hablara de ellos, no les hice demasiado caso y seguí contando los asuntos de mi vida cotidiana en los que les nombraba y noté que me evitaban, casi no me hablaban, hasta que uno de ellos me habló en un plan muy desagradable, realmente le había dolido lo que escribí.

Yo no le había dado importancia, me pareció que era más bien algo inteligente y con gracia, pero a él le hizo daño, recapacité y comprendí que lo que menos deseo en mi vida es hacer daño a nadie y mucho menos a mis hijos a quienes quiero con toda mi alma.

Lo pensé profundamente y al principio temí que mi vida perdiera interés si no hablaba de mis hijos que son las personas con las que más trato y con quienes tengo más cercanía, no obstante también me di cuenta de que mi vida es muy interesante en sí misma, no necesito hablar de nadie.

Antes de que ellos vinieran a este mundo yo me sentía satisfecha, no les echaba de menos y ahora a pesar de que les quiero mucho, no son ellos los que dan sentido a mi vida, sino que es mi propia conexión con ella lo que le proporciona atractivo.

Ya llevo varios meses sin mencionar a mis hijos en mi diario y estoy encantada, me he independizado y cada día me siento más libre y sé que el hecho de que mi vida sea la que me corresponde, es más que suficiente para ser feliz.

Cuando le preguntaban a Unamuno por qué estaba solo, contestaba:

No estoy solo, estoy conmigo. 

Eso es exactamente lo que yo siento.

Ahora noto que mi relación con mis hijos ha cambiado, me hablan con naturalidad, me han perdido el miedo, no les importa decirme sus opiniones, tengo que reconocer que tienen razón, ellos dan importancia a cosas diferentes y eso es digno de respeto, de poco sirve el amor si no se tiene consideración. 

 Lo que más leo son autobiografías y he comprendido, sin ir más lejos, que a Karl Ove Knausgard su mujer le dejó por hablar de su vida en común y algo parecido le pasó a Emmanuel Carrère, que justo son el tipo de escritores que me encantan y con quienes me siento identificada.

Al principio pensé que perdería libertad, sin embargo ahora me siento mucho más libre lo cual me parece bastante más importante que hablar de mis hijos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario