jueves, 16 de diciembre de 2021

CUATRO MIL CUATROCIENTOS SESENTA Y CINCO

 





Hay algo de mí que se deja influenciar por lo que sucede en el mundo exterior aunque sepa que no me interesa.

Por ejemplo, ahora que estamos en la época de navidad, todo invita a recrear ese ambiente que me disgusta sobremanera, a pesar de que he conseguido no tener responsabilidades ni obligaciones familiares, 

Hay dentro de mi una especie de nervio que se altera y sé que puedo seguir haciendo mi vida rutinaria sin que nada cambie, no obstante creo que tengo que ocuparme de ciertas cosas imaginarias porque la única obligación que me he impuesto es hacerle un regalo a mi nieta, casi no me atrevo ni a decir su nombre para no molestar a su padre y ya lo he hecho, nos conocemos bien y ayer hablé con ella y me dijo con toda claridad que lo que más le interesa es el dinero, se parece a mí. 

Como se quedan en Berlín no vienen a pasar la nochebuena como otros años y casi me alegro porque no tengo ganas de trabajar ni de ruido y mucho menos de obligaciones y de cambiar mis horarios y menos todavía mi alimentación, aunque supongo que en algún momento me compraré un poco de jamón que es lo que más me gusta del mundo sobre todo de las cosas prohibidas. 

Antes de entrar en la macrobiótica lo que más me gustaba del mundo era jamón, pan y vino.

Ahora he dejado el jamón, el pan blanco y el vino, así que me conformaré con lo mínimo.

El turrón de Jijona me lo compro en la tienda de dietética y está muy bueno y me consta que no tiene azúcar que es veneno puro y casi ni me apetece, he perdido bastante paladar, las secuelas de la leucemia siguen estancadas aunque estoy un poco mejor de la cabeza pero sigo con los pies dormidos.

De momento estoy bien, relajada y contenta.








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