Título: Analfabetismo informático
Galerna Zumalacárregui había sido una persona bastante feliz hasta que decidió apuntarse a un curso Exprés de Escritura que le había recomendado Ramón Irigoyen.
Le habían invitado a dejar el taller literario al que había estado acudiendo durante cinco o seis años, pensó que podía seguir escribiendo sola pero se equivocó, por eso se apuntó a ese curso de la Escuela de Escritores y le habían mandado unos extraños papeles a través del ordenador y por más esfuerzo que hizo no supo interpretarlos.
Tenía tanta dificultad para comunicarse con los profesores que ni siquiera se atrevía a llamar por teléfono para que le dieran alguna pista.
Ella seguía escribiendo su diario como de costumbre y lo publicaba en su blog en el que tenía seguidores incondicionales que apreciaban lo que escribía, no obstante se notaba perdida, el entusiasmo se había esfumado y le costaba mucho mirar una vez más lo que llamaban el Campus universitario porque cada vez que entraba en esa especie de realidad virtual, veía algo diferente y no encontraba nada que le sacara de la confusión, estaba desesperada.
Había pasado de una pasión desmesurada por la Escritura a una especie de terror que le impulsaba a no entrar en ese Campus en donde había perdido el hechizo de lo que la escritura había significado para ella.
Había pasado de ser un escritora decidida, segura de sí misma, siempre dispuesta a escribir, confiando plenamente en que la inspiración era parte de su ser, que no le entraba en la cabeza lo que le estaba pasando desde que había entrado en esa escuela.
Había pedido a una profesora de informática que le diera unas clases para ver si con su ayuda podía descubrir el secreto de esos jeroglíficos pero no era capaz de decirle a qué hora estaba disponible para tomar la clase, Había perdido lo más importante: el entusiasmo.
Galerna nunca había tirado la toalla ni tenía intención de hacerlo esta vez, todo lo contrario.
Cuando se apuntó a ese cursillo lo hizo para probar si le iba bien el método y en caso positivo se apuntaría a uno más largo para aprender algunas cosas que no había entendido al antiguo profesor sobre los personajes que se requieren para escribir una novela, el narrador y similares en los que nunca había puesto demasiado interés ya que no tenía intención de escribir novelas, de momento solo le interesaba su diario y como mucho su propia autobiografía, ya había escrito dos novelas hace años y no se quedó satisfecha, le resulta más entretenido escribir sobre su propia vida que ha sido intensa y azarosa.
Hasta tal punto ha perdido la capacidad de escribir con ganas, que incluso al escribir esos diarios que tanto le ordenaban y satisfacían, llegó a pensar que carecían de interés, solo sus seguidores le impulsaban a seguir escribiendo cada día.
Galerna sabía que no había perdido la capacidad de escribir, solamente era la dificultad que tenía para descifrar esos papeles, es decir, que se había convertido en una analfabeta informática.
Decidió no tomar ninguna decisión hasta el día siguiente, su madre solía recomendarle que cuando tuviera que tomar una determinación la durmiera y así lo hizo. Hoy me encuentro con el ánimo suficiente para hacer de tripas corazón y entregar el Microrelato aunque sea un triste final del curso Exprés, no importa, ayer hablé con la profesora de informática y ya he quedado para que mañana empecemos las clases, no tiro la toalla, sigo adelante.
Mañana tenemos una videoconferencia, me hubiera gustado haberla tenido al principio, es a lo que estoy acostumbrada, hago muchas cosas con Zoom y veo que funciona muy bien, lo peor es estar en la inopia que es como he estado yo durante todo este curso que me ha quitado la ilusión, la imaginación y la confianza en mí misma pero yo he tenido más fuerza y sigo hacia adelante, convencida de que puedo escribir aunque todo se ponga en contra.
Como decía Oteiza, lo bueno que tiene la Escritura es que solo se necesita una hoja en blanco y un lápiz y si algo me atrae en esta vida es el vacío, la sensación del lienzo en blanco, ahí es donde puedo actuar, así que androcanto y sigo.
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Un saludo y mucha suerte.
Escuela de Escritores
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