sábado, 25 de diciembre de 2021

CUATRO MIL CUATROCIENTOS SETENTA Y DOS

 





He visto el primer episodio de El Chef sobre el famoso restaurante de tres estrellas DIVERXO de Daviz Muñoz, me estoy divirtiendo, ya sabía un poco cómo funcionaba porque le vi viajando con Jesús Calleja y me impresionó su poder creativo y su conocimiento gastronómico.

No me explico por qué me gusta tanto ver a los chefs trabajando, no tiene demasiado sentido por varias razones, la más importante porque no me gusta cocinar, además la quimioterapia me robó el sentido del gusto y por encima de todo, yo soy macrobiótica por lo que el estilo de la cocina habitual no entra en mi dia a día, no como carne, ni lácteos, ni azúcar, ni muchas otras cosas que pueden resultar excesivas en la macrobiótica ya que está supeditada al equilibrio entre el Yin y el Yang.

Por otro lado reconozco que mi madre era una cocinera extraordinaria, debido a que su madre estaba enferma y murió joven, ella tuvo que llevar la casa y aprendió con los mejores cocineros de aquella época, incluso me dijo que le repostería se la enseñó un chef francés.

Gracias a mi interés en la macrobiótica yo he asistido a varios cursos de cocina macrobiótica y sé que puede ser fantástica pero detesto la cocina, no me gustan las cocinas ni siquiera para desayunar, no obstante me encantan los documentales sobre chefs buenísimos y antes de ser macrobiótica me encantaba ir a buenos restaurantes, de hecho uno de los últimos sitios en donde comí fue el de Eneko Atxa en Larrabezúa, Bizkaia, que tiene tres estrellas Michelín.

Hoy en día he perdido la ilusión de comer fuera de casa por las razones que he explicado aunque cuando iba a Madrid, iba encantada a los macrobióticos que hay en el barrio de las letras, pero en Bilbao no hay ningún macrobiótico y mucho menos en Getxo donde ni siquiera hay un vegetariano.







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