jueves, 23 de diciembre de 2021

CUATRO MIL CUATROCIENTOS SETENTA Y UNO

 




Me siento identificada con la frase que definía a Sylvia Plath:

Escribo porque hay una voz dentro de mí que no se quedará callada. 

Algo parecido me pasa a mí, necesito expresarme, puede ser escribiendo, pintando, charlando, gritando, hay mil maneras de hacerlo, todas menos llorar, esa ya la retiré de mis armarios, lloré demasiado cuando era pequeña, de rabia, de impotencia, de tener que reprimir mi rebeldía, ahora las cosas han cambiado, me ha costado pero ha llegado un momento en que preservo mi vida de loa malos momentos, no quiero sufrir.

He visto el documental de Sylvia Plath, más que nada porque no recordaba que ya lo había visto y es tan buena escritora poeta que me apetecía, luego me he dado cuanta de que ella es muy desgraciada, todo el tiempo quiere suicidarse, algo de lo que yo nunca he estado cerca, doy gracias al cielo de haber nacido con un carácter alegre, soy maniática y puedo enfadarme con facilidad pero adoro la vida, me gusta la vida, menos el dolor, enfermedad y todo eso que hace que no me sienta bien, por lo demás me encanta estar viva, espero seguir así porque a pesar de que ya tengo una edad en la que mis limitaciones me obligan a tomarme las cosas con calma, lo agradezco porque ya estaba harta de tener tanta prisa.

Gracias a Dios he dejado esa especie de precipitación que me arrastraba, ya no me dejo llevar por ella, ahora mando yo, me ha venido bien tener fastidiada la rodilla, sé que no puedo correr aunque quiera, no me queda más remedio que tomarme la vida con calma, no tengo prisa, cada día hago exactamente lo que tengo que hacer, no le doy más vueltas.





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