miércoles, 3 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y UNO










Parezco una recién nacida..
No me acuerdo de nada, ni siquiera del nombre de las personas más cercanas.
Ayer fui a Bilbao, hacía más de un año que no pisaba la ciudad en la que nací.
Disfruté como de costumbre al pasar por debajo del arco de Buren y entré en Ajuriaguerra, cerquita de Mazarredo donde está mi primera casa que recuerdo con cariño porque prefiero pensar solo en lo mejor.
Aparqué y tenía que poner la OTA.
Ni siquiera recordaba la matricula del coche, me sentí muy perdida en medio de la ciudad con mis dos muletas que no me permiten utilizar las manos.
Regresé al coche, saqué el móvil y me dice que no tiene datos móviles, por poco me da un ataque de nervios así que pasaba uno por allí y le pedí ayuda.
Se prestó a hacerme lo de la OTA porque yo ya ni veía, no me acordaba de nada.
Mi amable ayudante se prestó a todo.
Dejó sus bolsas llenas de comida recién comprada en un supermercado de la zona y me preguntó cuánto tiempo quería, se lo dije, le di mi tarjeta y el pin y no era correcto, así que le di otra tarjeta y el papelito con el número porque era nueva.
No me quedaba más remedio que fiarme de él, era de Atenas, se llamaba Cristos.
También le di mi móvil para que me buscara la dirección de la peluquería pero él no sabía cómo funciona el iPhone por lo que sacó el suyo y cuando me dijo lo que tenía que hacer, por donde tenía que ir a la calle Lersundi que me sonaba mucho por el Gúisqui viejo que ya no existe, le di las gracias y nos separamos.
Siempre confío en mi suerte y en la ayuda de la gente.
Me encanta Bilbao, es tan diferente de Getxo.
En Getxo estoy cómoda, es un hecho que agradezco pero todo o casi todo es plano.
En Bilbao la gente se viste diferente, tienen perros de otras raza, coches más sofisticados,  tiendas con diseños modernillos, no es París, pero es disfrutable para los que vivimos en los aledaños.
Además ya no conozco a casi nadie. ni siquiera voy a las galerías de arte porque no puedo estar de pie.
La peluquera que me había recomendado Virginia López Tapia era sabia.
Supo curar mi pelo que estaba destrozado.
Salí muy contenta.








No hay comentarios:

Publicar un comentario