Si Freud viviera y yo fuera a su consulta me diagnosticaría histeria sin dudarlo ni un segundo.
Yo misma reconozco que cuando empiezan los ruidos de los vecinos de arriba me pongo histérica.
Me descontrolo.
Jaime me ha dicho que tanto Beatriz como él están preocupados por la furia que me entra cuando empiezan con esos ruidos tan desagradables y constantes.
Tienen un repertorio variado de sonidos en el que el menos desagradable es que la señora de la casa toca el piano, o lo estudia, o algo parecido, pero no lo hace bien, no resulta agradable, no lo controla.
De hecho, hace mucho tiempo cuando se instalaron en esa casa, le pregunté si su hijo de unos siete años estudiaba piano y me contestó que era ella la que lo hacía.
Me quedé muda.
Los demás son inclasificables.
Uno de los que más me altera es el que parece que limpian el suelo con una piedra.
Alguien me ha contado que existen unos aparatos limpia suelos robotizados que se pasean por toda la casa y van quitando el polvo.
Si el aparato mete un ruido muy desagradable puede ser debido a que esté viejo o roto.
Solo son suposiciones.
Jaime me ha dicho que tal vez podría ir a su casa para hablar con ellos pero eso lo tengo descartado.
Les he oído discutir tantas veces y me ha resultado tan doloroso que soy incapaz de meterme en la boca del lobo.
Hasta tal punto he sufrido sus broncas y los lloros de la esposa que he tenido tentación de llamar al 016 pero nunca lo hice porque pensaba en los niños.
Ahora son mayores y los padre ya no discuten tanto.
Es un tema del que tendré que aprender algo importante.
Tal vez tenga que hacer caso a mis hijos y ponerme auriculares pero me molesta mucho meterme cosas en las orejas.
No sé qué hacer.
Gracias a Dios encima de mi cuarto ellos tienen una terraza y ahí vivo tranquila.
Lo malo es cuando estoy en mi estudio delante del ordenador que es casi siempre durante el día.
Podría estar feliz, en silencio y sin mascarilla, pero no es el caso.
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