jueves, 11 de junio de 2020

CUATRO MIL TREINTA Y NUEVE










El tiempo vuela, todo se desarrolla a la velocidad del rayo.
Me dejo llevar, no opongo resistencia, ni siquiera me asusto.
Mi capacidad de asombro aumenta, todo colabora para que mi vida transcurra en armonía, solo mi nervio de vez en cuando me da un toque para que despierte y recuerde lo que dijo el santo Milareapa del Tibet:

No hay nada en este mundo por lo que merezca la pena llevarse un disgusto, ni siquiera la muerte.

Eso si que es importante tenerlo presente.
Me van bien los dichos de los hombres buenos que buscaban la sabiduría, es lo que me interesa.
Guerra a la ignorancia, viva el conocimiento.
Es lo que me hace feliz.
Poco a poco el discernimiento guía mi vida.
Voy separando el grano de la paja.
No tengo prisa, no existe la prisa, mi paciencia no tiene límites.








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