viernes, 10 de abril de 2020

TRES MIL OCHENTA Y CINCO











Tengo una suerte que no sé si me la merezco, supongo que eso es lo de manos.
Estaba cansada, he dormido poco, tenía ganas de ver una película que me gustara y me entretuviera y lo he conseguido casi sin esfuerzo.
Es francesa, se llama "En equilibrio" y no conocía al director, Denis Dercourt, solo a los actores, me he arriesgado y he disfrutado mucho.
No solo trata de la superación que se consigue con el esfuerzo que es uno de mis temas predilectos sino que, además la banda sonora está basada en el Estudio nº 12 de Liszt que me toca una de las partes más sensibles de mi ser.
El piano es mi favorito, reconociendo siempre que la voz es el supremo instrumento.
También trata de una persona con una discapacidad con la que me siento identificada en algún sentido aunque la mía sea menor, lo cual me inspira.
Sentirme inspirada es uno de los grandes placeres de la vida.
A veces la inspiración se esconde y cuando aparece es como si volviera a encontrarme con mi ser verdadero.
He pasado una tarde maravillosa.
Lo bueno de vivir cada momento tiene la gran ventaja de que dejo de pensar en el Coronavirus.
No puedo quejarme de la vida, más bien lo contrario.
Pasan los días, parecidos pero nunca iguales y yo extraigo de ellos el néctar del agradecimiento.









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