domingo, 19 de abril de 2020

TRES MIL NOVENTA Y DOS










Van pasando los días y la vida sigue su curso, nos vamos arreglando entre los tres.
En mi humilde opinión, lo más importante es el humor y lo sabemos, por lo que en esta casa no hay tensión.
Cada uno ha adquirido una responsabilidad y eso hace que estemos tranquilos porque vamos a tener lo que necesitemos.
La única que no puede hacer gran cosa soy yo, ya que debido a que no puedo estar de pie porque mi rodilla no lo aguanta, no puedo hacer casi nada, solo sentarme delante del ordenador.
Beatriz y Jaime lo han entendido y no se quejan.
Ha sucedido y no se le puede dar más vueltas.
No es que yo sea una vaga de siete suelas que me quiera aprovechar de la situación, en absoluto, ellos saben que me encantaría encontrarme bien y participar en la marcha general de la casa, pero no es el caso.
Personalmente estoy contenta porque soluciono el problema de la pierna con analgésicos y no lo paso mal del todo.
El martes tengo que ir a Cruces para que me hagan una absorción de médula y también para que me saquen sangre y así sabré qué tal estoy en relación a la leucemia.
Al pensar en salir de casa pienso en mi aspecto actual y por más que intente mejorarlo, no lo tengo fácil.
El pelo, como resultado de la quimio está escaso y seco además de un centímetro de canas en las raíces.
Tuve la buena fortuna de haber ido a la peluquería justo antes del confinamiento por lo que el horror no ha llegado todavía.
Le pregunté a María Seco a ver si podía recomendarme algún producto de Amazon para hacerme algo en casa y me dijo que lo mejor es dejarse canas, que es justo lo que ella está haciendo, que es precioso y favorece muchísimo.
No me lo podía creer, con lo pendiente que ella está siempre de tener su pelo perfecto.
Mucho tendré que cambiar para llegar a ese extremo, bastante deteriorada estoy como para añadir algo así, no soy Andy Warhol que se teñía el pelo de blanco para parecer mayor.
Yo ya parezco bastante mayor, incluso más de lo que en realidad soy.
Me arreglo las cejas al tacto porque no puedo estar con las gafas mientras lo hago, así que no están muy simétricas pero me da sensación de limpieza.
También he empezado a quitarme el bigote con la pinza, el resultado es parecido al modo en que lo hacen en India con un hilo que sujetan con la boca.
Por lo demás, creo que dadas las circunstancias no se puede pedir más.
Me acepto y doy gracias al cielo de estar viva y de que haya coincidido que mis hijos puedan cuidarme y protegerme.












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