martes, 15 de octubre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS CUARENTA









Desde que no voy al hospital de día y lo que cuento no está demasiado relacionado con la leucemia, los seguidores del blog han bajado y los de Facebook me hacen pocos comentarios. 
Los echo de menos pero comprendo que mis días son normales, no tienen demasiada gracia excepto para mí, ya que me encuentro mejor y estoy a gusto en casa, haciendo una vida tranquila.
Ayer estuve pendiente de lo que comentaban en la radio sobre el Procés.
Había toda clase de opiniones, pero la mía en concreto es que ha sido un exceso.
Menos mal que ahora podrán recurrir a Estrasburgo y ya veremos lo que sucede. 
Estuve escuchando una tertulia en la que hablaban mujeres que habían trabajado en la política vasca y me sorprendió lo mal que se expresaban, parecían adolescentes.
Me molesta bastante que las personas que ocupan los espacios públicos, no estén preparadas para hablar el castellano con propiedad.
Gracias a Íñigo Larroque, mi profesor de Escritura, poco a poco voy aprendiendo a distinguir el trigo de la paja y hay palabras que se usan con frecuencia y no son correctas ni estéticas.
Una de las que más se utiliza y hace daño a mis oídos es “espectacular”.
Según la RAE es un adjetivo con dos significados:

_Que tiene caracteres propios de espectáculo público.
_Aparatoso u ostentoso.

He constatado que no solo se utiliza en exceso sino que se aplica a la ligera.








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