lunes, 28 de octubre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS CINCUENTA Y TRES









Hoy me he levantado con ganas de trabajar a pesar de que sé por experiencia que no tengo mucha fuerza y que me canso en seguida, no obstante he tomado decisiones que se arreglan a través del teléfono y del ordenador.
He cancelado una cena a la que me había invitado mi hermano Javier porque me asusta la idea de estar fuera de casa cuando ha oscurecido.
Me he acostumbrado a retirarme temprano.
Prefiero salir durante el día a tomar el aire por lo que he quedado con Rita, compañera del taller de Escritura para intercambiar libros.
Ella me va a dejar los de Coetzee a quien me he enganchado desde que he leído Desgracia y yo le voy a pasar unas maravillosas novelas cortas de Stefan Zweig.
Además he encargado un colchón ya que he notado que el futón que tenía desde hace mucho tiempo ha envejecido.
Son cositas pequeñas que en mi caso significa que empiezo a revivir y a ocuparme de la casa.
Tengo intención de que todo vuelva a su ser sin prisa pero sin pausa.









No hay comentarios:

Publicar un comentario