martes, 12 de marzo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS VEINTICINCO








Estoy conmocionada.
Desde la mañana he leído algunas cosas que escribían en Facebook sobre Cyntea Della Paul, una buena amiga con quien hice voluntariado en Malibu y he mantenido una buena amistad a lo largo de los años.
Le pasó algo muy fuerte al mismo tiempo que yo me rompí la pierna y nos consolábamos mutuamente cuando nos operaban, con la diferencia de que lo de ella era mucho peor y más doloroso que lo mío.
Un hombre le atacó en un lugar solitario y le deformó la cara.
Tuvieron que hacerle muchas operaciones, creo recordar que más de veinte, muy dolorosas, que le dejaron muchas cicatrices.
Cynthea era guapa y presumida, hacía deporte y mantenía un cuerpo extraordinario.
Era terapeuta.
No recuerdo cómo se llamaba la terapia que hacía pero era rápida y poderosa.
Tenía relación con el equilibrio.
Yo le conté que consideraba que mi trabajo no me daba a cambio lo que yo consideraba que merecía.
Recuerdo que trabajó bastante con mi problema y salí contenta de su casa.

Parece ser que no ha sido capaz de sobrellevar todo el dolor que ha tenido que soportar y se ha quitado la vida tomando pastillas.

La última vez que nos vimos fue en Australia, antes de que a ambas nos pasaran los sucesos que nos mantuvieron en el lecho del dolor.
Nos encontramos allí para asistir a un evento con Prem Rawat.

Me dijo que me quería mucho, es lo último que recuerdo de Cynthea.






No hay comentarios:

Publicar un comentario