miércoles, 27 de marzo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y CUATRO








Me pregunto qué me hace disfrutar de películas y series basadas en la violencia.
Creo que he adquirido cierta distancia y las veo como si fueran juegos.
Ya he terminado “La casa de papel” que me ha encantado y mantenido en tensión una buena temporada.
Me extrañaba y recordaba que también me gustó la película en la que trabajaba el más que buen actor Javier Bardem “Loving Pablo” y la vi tan tranquila, a pesar de que no era mi estilo.
Algo está cambiando en mi, tal vez sea que acepto el entretenimiento que me ofrece la época en la que vivimos.
He empezado a ver la segunda parte de “La corona” que la tenía pendiente, porque no me enteré de que ya estaba en Netflix, me lo dijo una amiga y me alegré.
No solo es una serie magníficamente realizada sino que además aprendo historia, que falta me hace.
He perdido tanto tiempo de mi vida tratando de experimentar asuntos que no me corresponden, que ahora necesito ponerme al día. Nunca es tarde.
He recordado que estoy en contra de la colonización. 
Me di cuenta en Calcuta, cuando paseando con un periodista indio, me mostraba con cierto orgullo los edificios construido por los ingleses y yo me enfermaba.
No podía entender que lo aceptara con alegría.
Algo parecido me pasaba en América latina cuando me contaban lo orgullosos que se sentían de haber recibido el legado de los españoles.
Yo me rebelo contra la esclavitud, la colonización y contra todo lo que me parece injusto, así que me paso la vida en rebeldía.











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