miércoles, 6 de marzo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS VEINTE








Ayer fue mi cumpleaños. Cumplí nada menos que setenta y tres y pasé uno de los días más bonitos de mi vida, gracias a mis amigos de Facebook de los que recibí un amor incomparable.
Parece mentira pero es verdad.
A la mayoría de la gente con la que me relaciono ni siquiera les he visto y sin embargo, a juzgar por los posts que intercambiamos, nos consta que tenemos en común ideas y gustos comunes.
También es verdad que hay personas a las que conozco de toda la vida, pero como yo salgo tan poco, hace tiempo que no las veo y me encanta estar en contacto con ellas.
Facebook acerca a la gente.
Reconozco que yo le dedico tiempo y atención.
Me gusta compartir lo que pienso que puede interesar a los que me siguen y certifico que la celebración de mi cumpleaños a través de Facebook es apoteósica, una verdadera fiesta.
Luego, poco a poco, les voy dando las gracias uno a uno y me encanta que mi vida social sea tan amplia y generosa.
Incluso hoy, al despertarme, he pensado con ilusión, que todavía me encontraría con alguna felicitación rezagada y así ha sido.

Estoy tan agradecida que me dan ganas de salir a la terraza y empezar a gritar, pero me voy a contener y espero que mis amigos lean este texto y se den cuenta de lo feliz que me han hecho.







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