viernes, 22 de marzo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TREINTA







De repente, sin venir a cuento, aparece en el puerto nuevo de Getxo un portaviones de la armada española.
No voy a contar la historia, los mayores como yo ya la sabemos y los demás se ve que no se enteran o que no tienen sentimientos, porque están encantados visitando el buque de guerra capital capaz de transportar y operar aviones, helicópteros y drones.
Ya tuve la experiencia de ver algunos de esos en San Diego, Ca. 
Había muchos, muy grandes, exultantes.
Tanto me impresionaron que me caí del susto, me hice un esguince que se convirtió en algo peor y al final me rompí la pierna. 
No soporto la violencia, ni las guerras, ni los malos tratos, ni todas las cosas desagradables que a veces suceden a mi alrededor.

He oído algunos comentarios en la radio de personas entusiasmadas al ver el monstruo que nos han dejado ahí delante, para que podamos contemplarlo hasta el domingo.
Lo califican con esa palabra tan vulgar por exceso de mal uso “espectacular” cuyo significado, según la Rae, es:

1. adj. Que tiene caracteres propios de espectáculo público.
2. adj. Aparatoso u ostentoso.

Transcribo lo que publica el reportero de guerra Unai Aranzadi:

Desde luego que peor sitio no podían haber elegido. No tanto por una cuestión ideológica (que también, pues aquí se da el hecho irrefutable de que prácticamente nadie les quiere) sino porque desde ese lugar salieron miles de niños convertidos en huérfanos (mi tío Javier Ormaechea Luzarraga, hoy aún vivo, entre de ellos) por culpa de aquellos que les preceden en el Ministerio de Defensa. Predecesores impunes, criminales, corruptos, que siguen siendo laureados por esta misma caterva de fantoches que juegan a la guerra con los débiles mientras son el hazme reír en la OTAN, no me lo ha contado nadie, lo he visto yo en Afganistán, Letonia, Líbano o Iraq.
Apologistas del mayor terrorismo que haya conocido jamás el pueblo vasco. No hay portadas de EL CORREO suficientes para tapar esa realidad que reporteros de medios tan diversos como The Times, Pravda, New York Times o Flamman pusieron en su justo e imborrable lugar.

Porque fueron barcos de guerra y gerifaltes españoles quienes no contentos con cañonear a la población civil de la democracia vasca, trataron de apresar a los civiles que partiendo desde este mismo Abra salían hacia Europa para salvarse de los bombardeos de la Luftwaffe nazi. Cruceros y destructores como el Canarias o el Almirante Cervera fueron denunciados por medio planeta como crueles matones de alta mar. Especialmente en mayo y junio de 1937. Matones de pega. Los acorazados británicos les hacían huir como las ratas que eran.














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