jueves, 28 de marzo de 2019

DOS MIL SETECIENTOS TREINTA Y CINCO







Cada vez que voy al Guggenheim Bilbao me renuevo.
Además de ver casi siempre buenas exposiciones y bien montadas, me encanta estar rodeada de gente que habla en idiomas que desconozco y que se les nota que no son de Bilbao.
Además, he comprobado que, en general, el trato de los que trabajan allí, ha mejorado bastante.
Visitar el Guggenheim Bilbao es una fiesta.
Hacía tiempo que no iba y tal vez sea porque la exposición de Jenny Holzer lo merece, pero el caso es que nunca había visto tanta gente con tanto interés.

Siento no haber profundizado suficiente en el estudio de Holzer, no llevaba hechos los deberes por lo que tendré que volver para disfrutar de verdad.






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