jueves, 26 de abril de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS TRES






He pasado un día maravilloso aunque no he conseguido lo que quería.
Rara vez consigo lo que quiero a la primera, no me importa, por lo menos ya he aprendido lo que tengo que hacer cuando lo vuelva a intentar, espero.
Se trataba de visitar, por primera vez en nuestra vida, la famosa cascada de Uguna, de la que he vista tantas fotos y he leído tanto que estaba deseando conocerla en vivo y en directo, escuchando su sonido y en un momento en que me consta que estaría cargada de agua, por todo lo que ha llovido últimamente.

Así que allí nos hemos dirigido la “Rosa sin espinas“ y yo.
Como de costumbre cuando no conocemos el camino, hemos dado varias vueltas por el alto de Barazar, y cansadas y hambrientas hemos decidido comer El Arratiano que tenía mejor aspecto que el otro restaurante que está en el alto de Barazar y cuyo parking estaba lleno de camiones.
Efectivamente, en el comedor solo había hombres que tenían aspecto de camioneros bien alimentados.

Hemos comido bien, en planrústico, pero no nos hemos quejado.
Tras un café para quitarnos la somnolencia, hemos preguntado al chico de la barra, a ver cómo podíamos encontrar la famosa cascada.
Con su explicación hemos entrado en el parque del Gorbea, un primer paso, que me ha hecho ilusión ya que desde hace tiempo tenía ganas de conocerlo.
Estaba precioso.
Hemos recorrido varias pistas y hemos encontrado un riachuelo que posiblemente empezaría en nuestra cascada, pero no hemos sido capaz de encontrarla.

Al salir me he dado cuenta de que necesitaba gasolina, he parado en la primera gasolinera y le he contado lo que nos ha pasado al encargado, que me ha enseñado un mapita hecho a mano en donde parece bien explicado el difícil acceso.

Aconsejada por él he hecho una foto y hemos dejado el plan para otra ocasión, que no se si será cercana porque Rosita me ha dicho que le apetece hacer un plan marinero.






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