sábado, 28 de abril de 2018

DOS MIL DOSCIENTOS CINCO







Hoy, Prem Rawat ha dado una conferencia en Munich.
La ventaja de las nuevas tecnologías es que he podido asistir desde mi casa a través de internet.
Me ha gustado tanto, que quisiera escribir algo que me ha hecho recapacitar y que espero que me sirva para ponerlo en práctica cuando algo me irrite y me den ganas de enfadarme.

Es una historia que sucedió en la India.

Había un rey al que le entraron las ganas de conquistar el reino vecino para agrandar el suyo, pero le entraros las dudas, porque tal vez si empezaba una guerra, tendría que ir al frente de su armada y probablemente moriría.
No podía cambiarlo.
Así se hacían las guerras en aquella época.

Empezó a darle vueltas a su cabeza pensando que tenía posibilidades de ir al infierno y no le hacía gracia.
Dudaba.

¿Qué es el infierno?

Se preguntaba y no sabía la respuesta.

Salió a pasear para despejar su cabeza y vio a lo lejos a una hombre con aspecto de sabio.
Se acercó a él y le preguntó:

Señor, usted es viejo, ha vivido mucho y tiene pinta de saber mucho.
¿Podría decirme la diferencia entre el cielo y el infierno?

El hombre respondió:

Perdone, pero vengo de muy lejos y estoy cansado, quiero llegar a mi casa.

El rey se encolerizó y le dijo en un tono que mostraba su enfado:

¿Cómo se atreve usted a decirme eso?
¿No sabe quién soy?
Yo soy el rey y todos me obedecen.

El hombre sonrió y le dijo:

Majestad, ahora usted está en el infierno.

El rey recapacitó y se dio cuenta de que realmente estaba fuera de sí.
Reaccionó y le pidió perdón.

Tiene razón.
Me he dejado llevar por la ira a pesar de que usted ha sido amable conmigo, está cansado y yo tenía que haberle comprendido y preguntarle con humildad.
Le pido perdón, usted me ha enseñado lo que es el infierno y se lo agradezco.

Entonces, el sabio le dijo:

Ahora usted está en el cielo Majestad.









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