lunes, 16 de abril de 2018

DOS MIL CIENTO TRES







He tenido un fin de semana tan ajetreado (no me gusta la palabra finde) que no sé por donde empezar.
Sé que uno de los dos días me caí por la mañana por la parte izquierda de mi cuerpo, por lo que no me preocupé.
No sabiendo cómo levantarme le llamé a Beatriz que estaba en su cuarto y tiene mucha fuerza, pero al llegar es quedó de pie y yo no me acordé de que cuando me caigo en la calle y me levanta un hombre, lo hace desde atrás poniendo sus brazos por debajo de los míos y me levanta en un santiamén.
A Beatriz se le ocurrió acercarme una mesa pequeña y todo se solucionó sin grandes dramas.


Luego tuve un festejo en el que pudimos ver videos de Prem Rawat, estar con los estudiantes de Bilbao y algunos de Vitoria, Santander y San Sebastián.
Siempre da gusto encontrarnos con gente de paz.
Nos dieron de merendar y terminó la fiesta, pero no para mí, porque había quedado con Josean, mi amigo de San Sebastián, para cenar en Origen, que es un restorán muy moderno que está en la zona nueva de Bilbao, en la calle Lehendakari Leizaola, cerca del hotel Meliá.
Me lo había recomendado Berta, mi profesor de Pilates, a ella le había encantado.
Su marido es amigo del dueño, el cual se ocupó de elegirles la cena.

Nosotros fuimos con mucha ilusión, pero no resultó tan bien como esperábamos.
Me parece que no soy muy partidaria de las fusiones entre la comida vasca, china, mediterránea y japonesa.

Hubo algunas cosas que me encantaron.

Las servilletas de lino, grandes, con dobladillos de vainica doble que me recordaban a las de la casa de mi madre, sin iniciales.
El pan magnífico, de masa madre con semillas.
El vino blanco, ecológico, no sabía a nada, me apetecía más el agua en una preciosa y especial botella de cristal.
El comedor resultaba desangelado cuando se hizo de noche, porque está al lado del parque de doña Casilda Iturrizar y la pared es un cristal desde que solo se divisa la oscuridad y algún paseante despistado.

El bacalao que tomé yo era extraordinario pero estaba cocinado sin gracia.

Del postre prefiero no hablar.

Por lo menos estuvimos charlando a gusto y otra vez elegiré mejor, aunque los domingos es difícil encontrar un restorán abierto en Bilbao.








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