Cada día aprendo, medito, pienso y cambio, pequeños pasos que me llevan a aclarar las ideas y de la misma manera que construyó rutinas, establezco comportamientos que se hacen hábitos, algunos me cuestan muchísimo porque tengo enraizada la costumbre de echar la culpa a lo de fuera, no obstante a medida que recuerdo y repito que lo realmente importante es mi reacción ante los acontecimientos, se hace más latente que la responsabilidad de mi bienestar solo a mi me pertenece.
La responsabilidad nos hace libres.
No quiero vivir con dudas.
Cuando vienen las dudas, me paro y espero, me cuesta pero insisto hasta que la claridad me tranquiliza y entonces las dudas se disuelven y es como una curación, la vida me sonríe y alegre sigo el camino.
Me cuesta mucho ese tiempo de espera en el que parece que no pasa nada, pero sé que es bueno y que funciona, es una manera disimulada de trabajar, el hecho de ser consciente de que estoy trabajando, hace que no me permita distracciones hasta que me limpio, no dejo ninguna duda en mi mente y respiro.
A veces tardo días en ver las cosas claras, días que se me hacen eternos, aún así sigo, soy resiliente o persistente o terca, en este caso es la consciencia la que cuenta más que la palabra.
Cuando noto que ya he puesto orden en mi cabeza no me queda más remedio que ducharme para realmente sentirme limpia también fisicamente.
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