A veces me surgen problemas que me cuesta solucionar porque requieren tomar decisiones difíciles, sobre todo los relacionados con personas muy cercanas.
Respecto a los miembros de mi familia tengo muy claro que no me enfado por principio, no se trata de tener la razón, simplemente la considero sagrada y la respeto, no hay más que hablar.
Ni siquiera guardo rencor a mi madre y podría tener motivos importantes para hacerlo, la he perdonado y acepto las consecuencias de lo que hizo con la herencia, aunque no quita que es un tema que cada vez que me viene a la cabeza me revuelve bastante, aún así no alimento esos sentimientos, lo acepto y me suavizo.
Respecto a mi exmarido, casi le agradezco todo lo que aprendí con él, me di cuanta de que no tengo vocación de casada y muchísimas más cosas, tardé diez años en aprender la lección y desde entonces nunca, ni por un momento con ninguna de mis relaciones, que han sido bastantes y con personas interesantes e incluso buenas, he tenido la mínima intención de casarme, en el fondo eran caprichos que se me pasaban antes o después.
Doy gran importancia a la amistad, sobre todo con las amigas y ahí si me duele cuando algo no funciona, perdono pero sé que no debo meterme en la boca del lobo.
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