domingo, 1 de agosto de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS CINCUENTA Y CUATRO

 





Me ha impactado el documental "El chico más bello del mundo" que narra la historia del famoso Tadzio, protagonista de "Muerte en Venecia" de Luchino Visconti, que tanto me afectó en su momento.

Lo que consiguió Visconti fue algo especial, único y muy grande, por lo menos en mi caso.

Creo que fue la primera vez en mi vida que sentí que había otras personas a quienes la belleza emocionaba de una manera extraordinaria.

Al ver aquella película me quedé conmocionada, no me atrevía a expresar lo que sentía.

Fui a verla con el hombre que más tarde sería mi marido, cinéfilo convencido al que le encantaba comentar las películas, sacaba chispas, conocía a los actores, directores, guionistas, todo lo que contribuía a producir una película y sin embargo en "Muerte en Venecia" yo me quedé callada y él no consiguió sacarme una palabra de mis emocionas, consideré que lo que yo había experimentado me pertenecía.

Muy joven fui consciente de que yo sentía una adoración especial por la belleza, tanto física como la más profunda, notaba el alma de las personas y en un gesto, una sonrisa, la manera de presentar los cuadernos mis compañeras de clase, todo era motivo de interés para mí.

Tomas Mann, Mahler, Visconti, Venecia, un conjunto de sensaciones que nunca me han abandonado, siguen vivas aunque gracias a Dios están superadas y he tocado cotas más altas relacionadas con el conocimiento, ante lo cual todo lo demás empequeñece. 

Respecto al documental diré que el principio es soberbio pero luego decae aunque no me importa, tenía miedo de que hubiera algo sórdido, solo cuenta la verdad, lo que sucede con los juguetes rotos.

Me alegro de haberlo visto, me he quitado cierto peso de encima. 

Mientras pienso en esa falta de comunicación que yo he experimentado en relación a Muerte en Venecia, vuelvo a pensar algo que estos días me viene a la cabeza con cierta insistencia: todavía no he hablado con nadie sobre lo mal que lo pasé durante la leucemia.

A pesar de que hice mucho esfuerzo para mantener el ánimo alto, no he tenido la oportunidad de conversar con alguien sobre lo que significa un cáncer tratado con arsénico.

Lo hablaba un poco con mi compañero en el salón de la quimioterapia pero él no reconocía que lo pasaba mal, lo aguantaba estoicamente en incluso iba en autobús cada día al hospital a pesar de que su esposa estaba dispuesta a llevarle en coche, no obstante él prefería estar solo, era duro.





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