jueves, 26 de agosto de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS SETENTA Y SIETE

 





He conocido a muchas personas tercas a lo largo de mi vida pero creo que tanto como yo, ninguna.

Para algunas cosas soy tan pesada que hasta me canso de mí misma, por ejemplo para saber los mega píxeles de las fotos, era algo que parecía imposible que alguien supiera cómo encontrarlos y hoy, simplemente por hacer una llamada casi tímida al soporte técnico de Apple, me he encontrado con un chico latino que lo sabía y me lo ha explicado con toda la tranquilidad del mundo, además me ha relajado porque me ha asegurado que la calidad de mi iPhone 11 Max pro es muy muy buena.

Me sorprende un poco porque cuando tengo que enviar fotos para catálogos o asuntos relacionados con mis cuadros me exigen que saque las fotos con la cámara, lo cual implica poner un trípode y todas esas cosas que complican la vida lo cual es justo lo que intento evitar.

Por otro lado noto que la mayoría de la gente que hace tutoriales da por hecho que el aprendiz sabe mucho más de lo que yo sé y me cuesta seguirles por lo que la mayoría de las veces, cambio o lo dejo para otro día. 

Me gustaría ir a Bilbao para comprar un caldo japonés que solo venden en el sitio del Sushi de Mazarredo, pero no soy capaz, prefiero quedarme en casa escribiendo.

El ordenador es mi vida social, una vida social que no elijo y me encuentro con gente que tiene unos gustos muy diferentes a los míos, no obstante me compensa porque me gustan las personas que se expresan escribiendo, cuando me envían wasaps en audio paso de largo.

Hace poco me hice amiga de un instagrammer que tiene gustos de paisajes parecidos a los míos y a veces he mantenido alguna conversación con él, pero no sé si voy a ser capaz de seguir porque me ha llamado "cielo", me parece demasiado cursi.

Carlos Alber a veces me llamaba "bonita" y empecé a llamarle yo también a él y desde entonces ya no dice bobadas de ese tipo.

Txerra Morquillas me llamaba "señorita" y le dije que no, que no soy una señorita y desde entonces ya no me llama nada, creo que yo ni siquiera me pone comentarios, reconozco que soy insoportable.

La vecina de arriba toca el piano y la única manera de que no me molesta es poner mi propia música, estoy tan poco al día de la música actual que pongo la que me gustaba en los años ochenta, no exijo demasiado sino que me guste conocida, ahora por ejemplo estoy escuchando a Rod Stewart y aunque sé que no es una maravilla, me entretiene, recuerdo que fui a verle en concierto en San Sebastián y me encantó su pelo.

Una vez le vi en París, salía del hotel Place Atheneé con su mujer de entonces, Alana  cuando yo entraba.

En París se ve a mucha gente por la calle, los parisinos salen aunque haga frío.





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