Siempre me he sentido atraída por Egipto y su cultura, no obstante solo se me presentó una ocasión para visitarlo y no la aproveché, me asusté pensando en el calor y el polvo, mi amiga Babet Morlay iba a ser la guía de la expedición, al pasar por Bilbao con sus grupo de viajeros me invitó a comer en el Iruña con ellos y me sugirió que me sumara al viaje, ni siquiera lo pensé, me negué en rotundo, rechacé la invitación.
Mi hermana había estado con su marido para festejar algún aniversario y aunque vino encantada contando maravillas, me aterró la posibilidad del malestar físico.
Viendo la película Luxor he disfrutado, creo que prefiero ver el arte y las tumbas egipcios desde el sofá de mi casa, cómoda y tranquila.
Me encanta todo lo que voy sabiendo sobre Egipto aunque si supiera más disfrutaría el doble, porque en el museo egipcio de Turín, que es el más antiguo del mundo después de el de Cairo, sentí no estar más preparada, todo era impresionante incluida la instalación, sin embargo con las cuatro nociones que yo tenía sobre la egiptología no le saqué provecho.
Lo mismo me pasó en la exposición de Egipto que vi en el museo nacional de Delhi, muchas momias por dentro y yo sin saber la historia de nadie excepto de Amenófis IV que me le cuanta a conciencia Manuel Vicente Martínez Barrios cada vez que le hago alguna pregunta sobre ese tema que tanto me fascina.
Me daría vergüenza considerarme egiptóloga, ni lo soy ni lo seré nunca, solo puedo asegurar que me atrae todo lo relacionado con ese país aunque nunca haya estado allí ni tengo intención de ir.
No me atraen las antigüedades, ni siquiera las que publica Jorge Portuondo en Instagram a pesar de que reconozco que están muy escogidos y sabe lo que hace.
Una vez estuve en una casa de Las Arenas de la que me llamaron la atención los muebles antiguos que tenía, lo cuidados que estaban y el buen gusto del conjunto pero no es lo que deseo para mi casa, insisto en que lo mío si es que dedicara más tiempo a mi casa, sería Ikea.
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