lunes, 30 de agosto de 2021

CUATRO MIL TRESCIENTOS OCHENTA Y UNO

 





La clase de macrobiótica de hoy ha sido muy interesante, el profesor ha hablado sobre los antioxidantes, al principio era un tema que me daba cierta pereza pero a medida que ha empezado a concretar en qué alimentos se encuentran, he prestado atención y me he dado cuenta de que hoy en dia hago una alimentación correcta aunque podría ser más variada, no entran en mi dieta los alimentos prohibidos, el azúcar, el alcohol y algunos más que no recuerdo.


Pasada la primera impresión he merendado dejándome llevar por la gula más que por el deber y me ha sentado tan mal que he visto una película horrorosa del tema que más detesto, la locura.

No he profundizado en la crítica, solo me he dejado llevar porque está basada en una novela de Amélie Nothomb que me gusta bastante y a pesar de que no me estaba gustando sino más bien perturbando, no he sido capaz de dejarla hasta el desagradable final.

Todo ha sido espantoso, incoherente, sin pies ni cabeza, Cosmética del enemigo, no se la recomiendo a nadie a no ser que desee pasar dos horas incómodas.


Mientras me desahogaba del mar rato escribiendo lo mal que lo he pasado han llamado a la puerta para avisarme de que mi coche tenía alguna luz encendida, cosa rara porque no se cierra si no cierro todo y además soy muy meticulosa con esos asuntos, no obstante me he acordado de que Carlos, que se supone conoce bien mi coche, es la última persona que lo ha utilizado para llevarlo hoy por la mañana a la ITV que no la ha pasado por algo relacionado con gases. 

Volverá mañana, simplemente le diré que tenga más cuidado, nunca me había pasado algo parecido con este coche tan bueno que solo me da alegrías, además Carlos es un experto en coches, me extraña que se haya distraído tanto.

Ahora ya solo me queda olvidarme de esos asuntos desagradables y seguir leyendo Escúchate que eleva mi espíritu.






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