jueves, 6 de diciembre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS SETENTA Y CUATRO







Me he pasado la noche bajo la lluvia, calándome hasta los huesos para ver un instante a mi amada doblar una esquina. Puede que ni siquiera fuese ella. Dios se apiada de quienes nunca han conocido la alucinación de la luz que llena la oscuridad durante esta vigilia.



Ha caído ante mis ojos por pura casualidad este fragmento de George Steiner, uno de mis escritores favoritos y me ha animado.
Tenía ganas de escribir mi diario pero no conseguía escoger un tema determinado, ya que casi no he salido de casa los últimos días y lo único extraordinario que me ha sucedido, es que he podido descansar a gusto sin nada que perturbe mi soledad, Beatriz está en Estambul.

Pues bien, me he metido en Twitter y Fernando Savater a quien sigo sin casi fijarme en lo que escribe, había retuitado a Steiner por lo que ahora yo también le sigo y tengo acceso a todo lo que publica, lo cual a pesar de lo poco que he tenido tiempo de ojear, me ha parecido muy interesante, como era de esperar.


Respecto al fragmento que he copiado, contaré que yo he tenido varias, muchas o tal vez muchísimas experiencias de ese tipo y tal vez en su día alegraron mi existencia con una fantasía, pero agradezco haber madurado y saber que lo que de verdad me interesa es la realidad.







No hay comentarios:

Publicar un comentario