sábado, 1 de diciembre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS SESENTA Y NUEVE







Charlaba con Rita sobre el tratamiento del cuero cabelludo que ambas nos estamos haciendo y al comentarle que había empezado a cansarme de tantas actividades, me recordaba ella que ya he cumplido con mis obligaciones, que ha llegado el momento de hacer lo que me apetezca.
Tanto el tratamiento capilar como el cursillo de escritura con Juan Bas, los he añadido a lo que ya tenía establecido desde hace años: 
Pilates dos días a la semana que me viene bien para mantener el cuerpo, un masaje semanal y dos talleres de escritura mensuales, además de ir a la peluquería una vez al mes.
Con esta base considero que las compromisos respecto a mi cuidado personal están cumplidos.
No obstante, sin haberlo pensado, se me presentó la oportunidad de lo de la cabeza y al comprender que lo necesitaba, me comprometí dos días a la semana.
Casi al mismo tiempo me llamó Irune para decirme que había empezado unas clases de escritura Juan Bas y que aprendía mucho.
No lo dude´. Eso sí que me interesa, estoy empeñada en instruirme: aprender a poner los puntos sobre las íes.
No sé por qué me atrae tanto la escritura, no tengo ambiciones de llegar a ser una Margaret Atwood ni nada por el estilo, sé por experiencia lo que significa poner toda la carne en el asador y comprobar que no da resultado. 
Mi experiencia con la pintura me ha decepcionado de una manera muy honda.
Ni siquiera me pregunto si era peor o mejor que los demás, o tal vez por ser mujer, como cuando organizaron una exposición sobre el Athletic en la sala Rekalde y no me invitaron, a pesar de que mi trabajo sobre ese tema había causado revuelo cuando lo mostré en Arteder 84.
Ya casi no me importa.
Pasó a la historia, lo que cuenta para mi es lo que hago ahora, mi posición frente a la vida.
Ya sé que no todo es jauja, ser mayor y tener problemillas de salud tiene inconvenientes.
Ni siquiera voy a los médicos, he perdido la confianza en ellos y en la medicina.
Mantengo lo que los franceses llaman “la joie de vivre” (la alegría de vivir) y con ese secreto tengo más que suficiente.










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