martes, 25 de diciembre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS OCHENTA Y OCHO







En principio no soy dada a hacer propósitos de año nuevo, prefiero intentar corregir mis errores durante el año, día a día, cuando me siento fuerte y aún así me cuesta bastante.
Hoy, no obstante, me viene a la cabeza algo que me contó mi hijo Mattin que me hizo recapacitar.
Sucedió hace tiempo, creo recordar que él era adolescente.
Me preguntó si yo había hecho algún propósito.
Dije que no y le hice la misma pregunta. 
Tenía muy clara su respuesta, la había pensado a conciencia:

Si, he decidido que no voy a permitir que me tomen el pelo.

Me sorprendió, me gustó y decidí hacer lo mismo.
Casi todos los años me acuerdo de esa conversación y suelo repetirlo, por lo menos el deseo, pero reconozco que sigo tropezando en la misma piedra, sobre todo porque soy yo misma la que me tomo el pelo, creyendo que me conozco, cuando en realidad soy bastante más débil de lo que pienso y la fuerza de voluntad me traiciona.
Creo, como Ghandi que:


"La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable"









No hay comentarios:

Publicar un comentario